sábado, 5 de marzo de 2016

Una historia de superación personal, gracias al amor y la tecnología.


Cambiar las mentalidades acerca de los ciegos y el uso de la tecnología en Kenia

“Un diccionario de braille tiene 26 volúmenes y probablemente cada uno de ellos es demasiado pesado para que el estudiante promedio pueda cargarlo. En una tableta caben cientos de libros”, dijo Irene Mbari-Kirika, fundadora y directora ejecutiva de InABLE, al resumir el reto de su organización.


InABLE no solo se propone empoderar a los estudiantes invidentes o discapacitados visuales de África con la tecnología informática que pueda ayudarles, sino que también trata de cambiar la opinión de los videntes acerca del uso de la tecnología por los discapacitados.

La Sra. Mbari-Kirika fundó la organización tras ver a un grupo de estudiantes ciegos que trataban de compartir un manual escolar escrito en braille.

“Cinco estudiantes videntes pueden compartir un manual escolar, pero cuando la lectura depende del tacto, eso resulta imposible”, dijo la Sra. Mbari-Kirika en la entrevista. La educadora presentará su trabajo en el marco de la Semana de la UNESCO del Aprendizaje con Dispositivos Móviles, el evento emblemático de la Organización en materia de TIC que se celebrará en su Sede de París, del 7 al 11 de marzo de 2016.

“Los alumnos necesitan competencias en braille para leer y escribir pero si al terminar los estudios tan sólo disponen de esas capacidades se encuentran completamente desconectados del resto del mundo”.

El programa InABLE colabora con las escuelas especiales para ciegos de Kenia y ha incorporado a 1.400 alumnos al plan de aprendizaje mediante dispositivos informáticos con lector de pantalla y tamaños de letra ampliados.


La mayoría de los estudiantes ciegos desaparecen de las estadísticas una vez que han dejado los estudios


Su objetivo es lograr que los niños ciegos y discapacitados visuales completen la escolaridad y pasen al mundo laboral, y dotarlos de competencias que les permitan ser miembros provechosos de la sociedad durante toda la vida, ya sea en la enseñanza o en el sector empresarial.

“La generación del decenio de 1950 asistió a las escuelas para invidentes de Kenia y luego, ¿a dónde fueron? Hoy no forman parte de la clase empresarial del país. Quizá haya algunos profesores y un puñado de abogados, pero los demás desaparecieron o se convirtieron en mendigos o prostitutas. Es una pérdida total de potencial”.

Una clave de su éxito es trabajar con dispositivos dotados de especificaciones de fábrica de buena calidad destinadas a los ciegos.

“En África, como en la mayoría de los países en desarrollo, los productos de Android son populares, porque son baratos, pero Android no es un sistema accesible a los ciegos”, afirmó. “Si un estudiante no puede encender la tableta o utilizarla sin ayuda, entonces el sistema no le sirve”.

“El reto consiste en lograr que las empresas de tecnología piensen en estas cosas en la fase de concepción del producto. Para eso es preciso cambiar las mentalidades. Suele ocurrir que el acceso de los discapacitados es una idea que viene después o que los gobiernos no comprenden el concepto de accesibilidad. Estamos educando constantemente a la gente”.


Esfuerzos especiales para lograr la participación de las niñas


“Nos dimos cuenta de que dejaban los estudios y realizamos algunas encuestas. Hay una barrera psicológica que tienen que superar. Empezaron diciendo que otras niñas las habían desalentado o que los niños eran demasiado dinámicos y ocupaban todos los ordenadores y terminaban las tareas antes que ellas. Terminaron por decirnos que les gustaría desarrollar sus propios sitios web”. 

La Sra. Mbari-Kirika ha podido comprobar que los niños con necesidades especiales pueden obtener de la tecnología beneficios aún mayores que los videntes y hacerlo con una buena relación costo/aprendizaje. 

“Un alumno de forma 4 (12º grado) tiene que adquirir libros de texto por valor de 7.000 chelines (80 dólares estadounidenses) durante el curso escolar. Otro estudiante del mismo grado que sea ciego tendrá que comprar los mismos manuales en braille y gastar 61,000 shillings (610 dólares), lo que representa un precio prohibitivo. Un dispositivo móvil puede contener todos esos libros y más en formato digital”, afirmó. “Esto sitúa al niño ciego en plano de igualdad con los videntes, porque los libros pueden adquirirse al mismo precio. El niño invidente ya no necesita asistir a una escuela especial”. 

Esta es la segunda entrevista de una serie que se propone destacar las prácticas innovadoras en el uso de las TIC en la educación, con motivo de la Semana de la UNESCO del Aprendizaje con Dispositivos Móviles.

Fuente: Unesco.org

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