lunes, 27 de febrero de 2017

Islandia, la isla de los escritores subvencionados.

Los dos libreros de Bókin, esta semana, en su mítico establecimiento de Reikiavik, donde el desorden es sólo aparente (Kim Manresa)

CON SÓLO 320.000 HABITANTES

Es el país con mejores índices de lectura del mundo, y cuenta con un original sistema de sueldos públicos a sus escritores


XAVI AYÉN, Reikiavik, KIM MANRESA


“Todo el mundo tiene un libro en su estómago”, dicen los islandeses. Y, desde luego, ellos lo tienen: son el país con más escritores del mundo, con más libros publicados y más libros leídos (en las medias por habitante). En este país, el de las sagas medievales, la literatura no es cualquier cosa. Aquí los escritores reciben un sueldo del Estado para que escriban tranquilamente. Y se calcula que una de cada diez personas publicará algo a lo largo de su vida. El 93% de la población lee al menos un libro al año, y más de la mitad compra al menos ocho títulos, lo que hace que las ventas proporcionales –sobre todo, las de novela negra– sean mucho más altas que las de sus vecinos escandinavos.


Si bien, como apunta el pintor y novelista Hallgrímur Helgason (Reikiavik, 1959) –autor de 101 Reikiavik (RBA) y La mujer a mil grados (Lumen/62)– “tenemos muchas horas de oscuridad –en enero algunas zonas cuentan con solo tres horas de sol–, afuera hace mucho frío y algo hay que hacer” , existen muchas causas que explican el papel central de la lectura en la cultura islandesa.


Audur Ava Ólafsdóttir en la terraza del Café Haití de Reikiavik, junto a un ejemplar de su última novela, 'Cicatriz', aún inédita en España (Kim Manresa)

Jón Kalman Stefánsson (Reikiavik, 1963) está a punto de publicar El corazón del hombre (Salamandra), novela que cierra su llamada Trilogía del muchacho, protagonizada por un personaje innominado, “el muchacho”, que se deslumbra ante las bibliotecas llenas de libros de las casas de los ricos “e identifica no solo la sabiduría, sino la riqueza, con la presencia de libros”. Jón Kalman (en Islandia no hay apellidos, sino patronímicos, es decir, Stefánsson solo nos dice cómo se llamaba su padre) apunta, asimismo, que “vive en nosotros, desde tiempos remotos, la creencia en el poder de la palabra. Hoy vivimos inundados de palabras y, de entre todo ese alud, debemos esforzarnos por distinguir aquellas que realmente dicen algo. Estamos convencidos de que, sin la palabra, no existiría siquiera la vida. En el Génesis, Dios tuvo que usar palabras para que se hiciera la luz. Puedes pasar de ser feliz a infeliz solo por palabras. Aquellos que escriben deben tener fe en el poder antiguo de las palabras, sobreponerse a las dudas que a todos nos atraviesan a veces”.

En estos momentos, unos 70 escritores islandeses están cobrando un sueldo, por un período que puede ser de tres, seis, nueve meses o un año y en algunos casos excepcionales alargarse hasta los dos años. De esos 70, solamente quince lo cobran durante un año o más. Cuando las ayudas empezaron, a mediados de los años setenta, se equipararon al salario de un profesor universitario, pero ahora equivalen al de un camarero, según los estándares del país: son 3.230 euros brutos, que se quedan –tras el pago de los elevados impuestos– en unos 2.400 euros netos. Sus perceptores no son estudiantes o aprendices, sino escritores profesionales “que suman a este dinero los ingresos por sus derechos de autor”, aclara Ragnheidur Tryggvadottir, secretaria de la Asociación de Escritores, que añade: “Es la base que permite su profesionalización”. Prácticamente todos los escritores del país –salvo el superventas internacional Arnaldur Indriðason, que ha vendido millones de ejemplares de sus traducciones– lo han disfrutado en alguna ocasión.

Gudmunda María Sigurdardóttir y Sylvia Lind Porvaldsdóttir, dos amigas islandesas, leyendo en una librería Eymundsson para leer y trabajar por las mañanas (Kim Manresa)

La explicación es que es imposible subsistir viviendo solo de las ventas de tus libros en un país de 320.000 habitantes. Arnaldur, el número 1, es el único que alcanza los 20.000 ejemplares vendidos. Los autores cobran, en todo el mundo, un 10% del precio de cada libro. Aquí, un título de gran éxito es el que llega a las 3.000 copias –el equivalente a 460.000 en España–. Si el libro cuesta, pongamos, 20 euros, el autor solamente ingresaría 6.000 euros –menos los elevados impuestos– por el trabajo de varios años. “Se hace imprescindible la ayuda estatal”, opina Guðrún Vilmundardóttir, la editora de Jón Kalman y Auður Ava Olafsdóttir en Benedikt, uno de los nuevos sellos que han nacido últimamente, en este caso como una escisión de Bjartur-Veröld, la segunda editorial del país. “Sin ayudas, solo podrían vivir dos autores, a lo sumo tres”, aclara a su vez Úa Matthíasdóttir, directora literaria de Forlagið, la primera editorial en tamaño, para quien “la identidad islandesa está muy ligada a la literatura y la lengua y, si queremos conservarla, hemos de producir libros islandeses interesantes”. “¡Necesitamos poetas, ensayistas, narradores!”, clama Ragnheidur.

La secretaria de la Asociación de Escritores puntualiza que “muchas de las peticiones, la mayoría, son rechazadas”. El comité que decide a quién se destinan los fondos está formado por tres académicos de la universidad, que a su vez escogen a otras tres personas. “Antes había miembros de la asociación directamente, pero hubo críticas porque en ocasiones miembros de la junta solicitaban las ayudas para sí mismos, y hace un año cambiamos el sistema. No se hacen público los nombres del jurado hasta que no han emitido su veredicto”. En su solicitud, cada escritor debe explicar razonadamente el proyecto en el que está trabajando, el tiempo que necesita para finalizarlo y otros detalles. Es un sistema radicalmente diferente al fenecido suport genèric que hubo en su día en Catalunya, que consistía en que el Govern compraba ejemplares de los libros publicados en catalán, lo que no distinguía entre buenos y malos proyectos.

Ragnheidur Tryggvadottir, secretaria de la Asociación de Escritores Islandeses, en la sede de la institución, que participa en la concesión de ayudas a los creadores (Kim Manresa)

Al principio, existía un consenso social sobre la necesidad de subvencionar a los escritores. Sin embargo, la crisis económica del 2008 hizo que cerraran muchas editoriales y que brotaran algunas críticas –“sobre todo en la prensa sensacionalista”, apunta Guðrún– y “algunas personas se preguntaron en público por qué los escritores debían cobrar un sueldo, es un tema fácilmente manipulable, se dice que hay problemas con las residencias de ancianos y que el dinero va a los escritores, pero es falso porque son cantidades muy distintas”, explica Úa. Incluso hubo algún escritor, como el guionista Stefán Máni, que se opuso públicamente al mecanismo. Las encuestas más recientes señalan que un 54% de los islandeses todavía apoya este sistema único en el mundo, aunque los que se oponen superan el 40%. Por partidos, solo los votantes del derechista Partido de la Independencia y los liberales del Partido Progresista preferirían acabar con estas subvenciones –aunque la cúpula del primero, hoy en el gobierno, no está por la labor– mientras que en los otros cuatro partidos del parlamento –socialdemócratas, verdes, Futuro Luminoso y Partido Pirata– hay una amplísima mayoría a favor del sueldo por escribir. Helgason, de hecho, tilda de “thatcheristas” a los que critican estos salarios temporales. Y los editores extranjeros se preguntan: ¿sería posible un sistema similar en un país más grande? (por ejemplo, en Catalunya).

La riqueza de la literatura que viene de Islandia es difícilmente cuestionable. Junto a autores de novela negra comercial –como Arnaldur o Yrsa Sigurðardóttir– encontramos, entre los traducidos al español y catalán, la revisión entre lírica y épica de los relatos de marineros que realiza Jón Kalman, una suerte de realismo mágico isleño; o los personajes rabiosamente contemporáneos de Auður Ava –hombres sensibles, nuevas familias, mujeres que encaran naufragios sentimentales– ; las singulares visiones histórico-vanguardistas de Sjón –también letrista de Björk–; o a todo un clásico en vida como Guðbergur Bergsson (Grindavík, 1932) , que obtuvo en el 2004 el premio escandinavo de la Academia Sueca, considerado el pequeño Nobel. En su piso frente al impresionante y gélido mar de la capital, el siempre punzante Guðbergur nos dice que la literatura islandesa actual “no me interesa en especial, no son escritores muy originales, es como un remake de autores que ya existieron, los hay que siguen en el siglo XIX con la dura vida de los pescadores”. Bergsson recuerda la década de los ochenta en España, donde vivía junto a su pareja, el editor Jaime Salinas, y dice que “también el gobierno español había tenido ayudas a la creación, es algo normal. Esto empezó en Escandinavia para que los escritores vivieran decentemente. En el siglo XIX, el mismo Hans Christian Andersen recibió una subvención del rey que le permitió iniciar sus viajes por Europa”.

Auður Ava Ólafsdóttir (Reikiavic, 1958), autora de éxito internacional con obras como Rosa candida, La mujer es una isla o Excepción (todas en Alfaguara) también se beneficia de las ayudas. “En mi caso, trabajaba como profesora en la universidad, y lo he dejado después de veinte años para lanzarme al vacío, para ser escritora a tiempo completo. Es una ayuda que sirve para que la gente se atreva a tomar esos pasos. Nuestro mercado es muy pequeño. La sociedad recibe luego diez veces más de lo que ha dado”. Un estudio del profesor Ágúst Einarsson, de la universidad de Bifröst, estima que la industria editorial supone el 1,5% de la economía nacional, según datos del 2014. En cualquier caso, desde que el país se independizó de Dinamarca en 1944, la lengua islandesa –frente a la danesa y el inglés, que hoy todos hablan– es el eje de la identidad nacional, y el premio Nobel a Halldór Laxness en 1955 disparó la autoestima literaria del joven Estado.

Úa-Hólmfríður Matthíasdóttir, directora literaria de Forlagid, lap rincipal editorial del país, en la sede de su empresa en el centro de Reikiavik (Kim Manresa)

Algunos estudios apuntan la posibilidad de que el islandés acabe extinguiéndose. Contra esa posibilidad se erigen también las subvenciones. La editora Úa revela que “muchos niños islandeses están leyendo en inglés porque, por ejemplo, no pueden esperar a que se traduzca el nuevo Harry Potter. Nuestra obligación es que con los libros no acabe sucediendo como con los videojuegos”.


La sede de la asociación de escritores en Reikiavik es la antigua casa del escritor Gunnar Gunnarsson, fallecido en 1975. Allí, encima del sótano donde se alojan escritores de otros países –que vienen becados a escribir libros sobre Islandia– Ragnheidur detalla la historia“del apoyo a los escritores: “En los años 70, el parlamento aprobó una ley sobre subvenciones. Durante muchos años hubo fuertes presiones de otros artistas para poder tener también salarios y, finalmente, en 1992, se aprobó la ley todavía vigente, que extiende esos sueldos a otras categorías de creadores. Originalmente eran tres: escritores, artistas plásticos y compositores. Más tarde se le añadieron fotógrafos, músicos y diseñadores, y esas son las seis categorías actuales. Las condiciones varían en cada caso: para los escritores tenemos un total de 555 mensualidades, a distribuir entre todos ellos, en períodos que van de los tres meses a los dos años”. ¿Se exige a los escritores subvencionados que presenten luego el libro que hayan escrito? “No. No se les paga por un libro, sino para que trabajen, al finalizar deben presentar una declaración detallada donde explican lo que han estado haciendo y, si no la presentan, no pueden solicitar jamás un nuevo salario”.


Puede que sea verdad eso que dicen los islandeses, y que todos tengamos un libro en el estómago. Aunque, a veces, haya que ayudarle a salir.




viernes, 24 de febrero de 2017

La historia del primer rescate espacial: ¡Houston, tenemos un problema!.


El Apolo 13, la tercera misión tripulada con el objetivo de llegar a la Luna, despegó el 11 de abril de 1970. Pocas personas se imaginaron que, luego de dos días, los astronautas a bordo de la nave vivirían una odisea muy particular que pudo terminar en catástrofe.

¡Houston, tenemos un problema!, esta fue la frase de auxilio pronunciada por el astronauta Jack Swigert que pasaría a la posteridad, y que dio paso a una intensa actividad en la que tanto la tripulación completa del Apolo 13 como todo el equipo de ingenieros y demás integrantes de la misión en Tierra colocaron a prueba su capacidad de reacción.

Uno de los tanques de oxígeno de la nave explotó, lo cual hacía imposible el alunizaje y ponía en riesgo la supervivencia de los tripulantes pero, por fortuna, tres días después todos los astronautas aterrizaban sanos y salvos en nuestro planeta, a bordo del peculiar “bote salvavidas”: el Aquarius.
Improvisar fue la clave para evitar una catástrofe

El Aquarius era el módulo lunar de la misión Apolo 13, un vehículo espacial de dos etapas diseñado especialmente para el alunizaje. Aunque nunca llegó a cumplir con su función, gracias a él se pudo evitar una tragedia.

Para ello, los tres tripulantes tuvieron que superar varias dificultades. Por una parte, el Aquarius estaba diseñado para mantener durante 45 horas a dos personas, y no durante 90 horas a tres. Sumado a esto, tuvieron que racionar al máximo tanto el agua como el suministro eléctrico que eran recursos limitados dentro del módulo.


El módulo de comando del Apolo 13 siendo izado a bordo del USS Iwo Jima

Esto provocó, entre otros contratiempos, que bajaran cerca de los 3 grados las temperaturas en el Aquarius, y se congelaran las ventanas parcialmente. Además los alimentos estaban fríos, y al no contar con agua caliente no había manera de mezclarla con la comida deshidratada.

La nave Apollo 13 despega del Centro Espacial Kennedy, el 11 de abril de 1970.


Otro punto crítico a solucionar fue la extracción del dióxido de carbono del módulo para que sus tripulantes no se intoxicaran, lo cual requería la utilización de hidróxido de litio. Sin embargo, este componente era insuficiente, por lo que los integrantes de la misión espacial improvisaron un dispositivo al que llamaron ‘mailbox’ (buzón) para realizar un trasvase del químico desde los contenedores del módulo de mando y servicio (Odyssey) al Aquarius.

El aterrizaje

Finalmente, al aproximarse a la Tierra, los tripulantes separaron totalmente al Aquarius del resto de la nave para iniciar el descenso a través de la atmósfera.La tripulación del Apolo 13

Durante aquellos instantes de tensión, el astronauta James Lovell, comandante de la misión, llegó incluso a bromear con los controladores en Tierra: “Bueno, no puedo decir que esta semana no haya sido emocionante” les comunicó, a lo que respondieron: “De acuerdo James, pero si es así como vas a cuidar las naves espaciales, no te dejaremos ni una más”.

Luego de ingresar a la atmósfera se interrumpió la comunicación con la estación de control durante más de tres largos minutos, esto debido a la fricción con el aire; pero finalmente el “bote salvavidas” con sus tripulantes a bordo cayeron a salvo en el Pacífico Sur, dando por terminado el primer operativo de rescate en el espacio.

Fuente: grandesmedios.com

viernes, 17 de febrero de 2017

Amor a la cubana: odisea de un piloto militar que rescata a su familia del comunismo.


por Fronterizo

La espectacular fuga que hizo un ex piloto cubano para escaparse del régimen castrista (1991)

Esta es la historia de un ex piloto cubano,el cual escapó del régimen castrista en una aeronave rusa con dirección a los Estados Unidos. Ante este problema,el gobierno cubano tomó a los familiares como prisioneros. Orestes Lorenzo,el piloto desertor, trato durante dos años la liberación de sus familiares por la vía legal,pero ante la negativa de Raúl Castro,decidió ir personalmente a rescatarlos en una avioneta.

El incidente aconteció un 20 de marzo de 1991 cuando el Mayor de la Fuerza Aérea Cubana Orestes Lorenzo despegaba de suelo cubano en un caza ruso Mig-23 el cual se dirigía,a toda velocidad y a baja altitud,a los Estados Unidos. El Mayor cruzó en menos de 10 minutos los 150 km que separan Cuba del país del norte.

Como iba casi a ras de mar,ni los radares cubanos ni los norteamericanos advirtieron su presencia,por lo que pudo aterrizar sin problemas en la estación aeronaval de Boca Chica,en los Cayos de la Florida y en donde Orestes solicitó asilo político al bajar de su aeronave.

Una vez superados los intensos interrogatorios a los que fue sometido,Orestes recibió el estatus de refugiado político por parte del gobierno norteamericano.

Aquello fue un escándalo que mostró la vulnerabilidad de ambos países ante ataques aéreos sorpresivos,ya que nadie pudo detectar dicho avión cubano.


La huida de Orestes Lorenzo fue una bofetada en la cara al régimen Castrista. El Mayor Lorenzo era uno de los pilotos de élite de la Fuerza Aérea Cubana siendo además veterano de la Guerra de Angola,realizando dos estancias de entrenamiento en la Unión Soviética.

Fue durante la última de ellas y con la perestroika de Gorbachov en marcha,cuando Orestes empezó a cuestionar el régimen comunista y su vida en Cuba. El no quería que sus hijos vivieran lo que el pasó el de niño.

A su regreso empezó a planificar su escape,con la esperanza de que una vez en Estados Unidos,su esposa Victoria y sus dos hijos pudieran reunirse con él.

Luego de fugarse en el avión y ya en calidad de refugiado,reclamó la salida de su familia de la isla pero se topó con la agresiva negativa de Raúl Castro,en ese entonces Comandante de las Fuerzas Armadas. Raúl Castro de ninguna manera permitiría salir de Cuba a la familia de un militar de élite que había traicionado la confianza depositada en él y había puesto en ridí***** al régimen. Ante esto,Orestes recurrió a la comisión de derechos humanos de la ONU,sin resultado alguno.

Coincidiendo con la cumbre Iberoamericana celebrada en Madrid en 1992 y con la presencia de Fidel Castro en dicha cumbre,realizó un acto de protesta encadenándose a las rejas del Parque del Retiro. La Reina Sofía que guardaba una buena relación personal con Castro,realizó gestiones personales para lograr la salida de su esposa y los dos niños de Cuba. Incluso el asunto llegó hasta el despacho de Mijaíl Gorbachov.

Orestes Lorenzo llegó al punto de publicar una carta abierta a Fidel Castro en el Wall Street Journal en la que ofrecía presentarse a juicio en Cuba si le permitía viajar a Estados Unidos a su esposa y los niños. Tampoco hubo respuesta.

Todo aquello fue infructuoso. Raúl Castro,a través de su asistente personal le hizo llegar la respuesta a Victoria:“Dígale a su marido,que si tuvo los cojones para llevarse un avión,que los tenga también para venir a buscarles personalmente…”

Ante las escasas perspectivas de sus gestiones internacionales,la desesperación hizo presa en el ex militar cubano. Decidió entonces que si no tenía éxito de manera pública,iría él mismo a sacar a su familia. Era el momento de desafiar las palabras de Raúl Castro.

Conocía los aviones rusos,pero tenía que entrenarse en modelos convencionales occidentales,por lo que consiguió la licencia de piloto deportivo en poco tiempo y con $ 30.000 prestados por una organización humanitaria de exiliados cubanos,adquirió una vieja avioneta bimotor Cessna 310.

A través de un par de amigas mexicanas que viajaron a Cuba,hizo llegar secretamente a su familia la fecha,el lugar y la hora exacta donde debían esperarlo para el rescate que había puesto en marcha. Previamente las mexicanas les habían comprando polos naranjas para que Orestes los pueda divisar desde el aire y hacer mas rápido al huida.

A las cinco y cinco de tarde del sábado 19 de diciembre de 1992 el ex Mayor Orestes Lorenzo subió a la cabina de un Cessna 310 en Cayo Marathon,al sur de la Florida,para la misión más peligrosa de su vida:el rescate de su familia en Cuba.

Lorenzo verificó una y otra vez los sistemas de la aeronave,un bimotor fabricado en 1961,y rezó por los suyos. Encendió los motores,desconectó la radio y puso rumbo sur. A su favor estaba el hecho de conocer como pocos los emplazamientos defensivos de la isla.

Pero el piloto de 36 años desconocía que precisamente por aquella fecha sus ex compañeros de la aviación cubana realizaban en la zona maniobras para prepararse ante un eventual “ataque imperialista”.

“Si no tienes noticias mías en una hora y 20 minutos,puedes darme por muerto”,advirtió antes de partir a su amiga Cristina Arriaga,de la anticastrista Fundación Valladares,que le ayudó en la organización de la escapada.

Tras despegar,Lorenzo estabilizó el avión a sólo 10 pies de la superficie del mar para evadir los radares cubanos. “Era un avión caliente,bastante rápido,volando a altura cero sobre el Estrecho de la Florida”,recuerda. A los 40 minutos de vuelo divisó la costa occidental de Cuba,el balneario de Varadero. Allá abajo,en un punto exacto de la carretera recta y estrecha,paralela al mar,debían estar esperando María Victoria Rojas (Vicky),la esposa de 34 años,y sus hijos Reyniel (de 11) y Alejandro (de 6).

“A mi esposa le decían:‘Usted nunca verá a su marido y los niños no verán al padre porque es un traidor que no merece vivir con ustedes”,relata Lorenzo desde su casa en Orlando,Florida.

Volando a muy baja altura,el bimotor de seis plazas se aproximó al atardecer a la angosta carretera frente a la playa El Mamey,muy cerca de Varadero,a unos 150 kilómetros al este de La Habana. Mientras caminaban de la costa a la carretera según lo acordado previamente en un plan ultrasecreto,Vicky y los niños escucharon el ronroneo del motor y vieron el aparato.

Lo que Lorenzo no previó en su minucioso plan fue que a esa hora la carretera estaba transitada. El escenario no podía ser peor:en el tramo previsto para el aterrizaje coincidieron un auto,una rastra,un autobús con turistas…y una gigantesca piedra en medio de la vía. Balanceando las alas,el piloto casi rozó el techo del auto,tocó tierra y se detuvo a ocho metros del autobús con los vacacionistas petrificados en sus asientos y los ojos a punto de salírseles de las órbitas.

Casi dos años después de la separación,Lorenzo vio aparecer a su familia corriendo frente al avión. En la carrera,Alejandro,el menor de los niños,perdió un zapato. Para evitar una tragedia con las hélices y preparar el despegue,giró el aparato en U y abrió la portezuela de la cabina. Todo en menos de un minuto.

“Cuando Vicky apareció en la puerta traía una cara entre el terror y la felicidad de verme. Quería tocarme…me decía ‘ ¡Papito,papito!’. Y yo (contestaba),no me hables,no me toques. Los niños también me llamaban ‘ ¡Papito!. Concentrado en la operación,yo sólo atinaba a decirles (vayan a sentarse):pa’ tras,pa’ tras”,relata Lorenzo.

Y añade:“Desde el mismo instante del despegue yo estaba firmemente convencido de que todo saldría bien y esa fuerza espiritual jugó un papel clave en el rescate”.

Pero la suerte estuvo a punto de esfumársele de las manos en el momento de cerrar la puerta. Lo intentó una,dos,tres veces. Infructuosamente. Se había trabado. La tiró con fuerza mientras corrían segundos cruciales. Nada. Por último sacó paciencia de la desesperación y la empujó suavemente hasta que selló.

Entonces el avión emprendió la carrera de despegue por la carretera,levantó vuelo y enfiló con rumbo norte. Vicky tenia la vista fija en el cielo temiendo que aparecieran los cazas cubanos. Rezaba. En un momento rodeó con los brazos a sus dos hijos y les tapo los oídos para que no oyeran si ocurría lo peor. Los niños estabas confundidos,asustados y lloraban.

Solamente cuando la aeronave Cessna 3010 traspasó el paralelo 24,limite del espacio aéreo cubano,la tensión aflojó un poco. Casi una hora mas tarde,la nave aterrizaba de vuelta en la Florida.

Al llegar al aeropuerto solo estaban los familiares y una cadena televisiva,la cual horas mas tarde daba la primicia al mundo entero. Al final de este articulo usted puede ver el video que se lanzó al aire,ese 19 de diciembre de 1992,quedando registrado para la historia.

El revuelo mediático que causó la hazaña de Orestes fue tremendo,ya que por segunda vez había hecho quedar en ridí***** al régimen castrista. En la primera rueda de prensa dijo:“Díganle a Raúl Castro que le he tomado la palabra y he ido personalmente a recoger a mi familia”

Ahora con 48 años,la vida del ex piloto cubano,ha dado un giro radical. Dejó la aviación para dedicarse a los negocios de la Bolsa desde su casa. Ademas,ya cuenta con una nueva heredera.



Fuente 2: habanalinda.com


domingo, 5 de febrero de 2017

Desigualdad, una palabra que no debería existir.


Muchas personas pueden considerar repulsiva la interrogante de cuanta desigualdad es suficiente, aunque muchos no lo vean así, desigualdad es una palabra que no debería existir.

Norteamérica es hoy uno de los lugares más desiguales del mundo, ya que tan solo el 10% de sus habitantes perciben más del 50% de los ingresos, mientras que en Gran Bretaña ese 10% ostenta el 40% del capital. Otras grandes naciones símbolos de la desigualdad son India y China.
Aunque a inicios de la década de los 90´, muchas personas han mejorado su calidad de vida, los expertos insisten en erradicar este mal por completo, pero en muchos casos varían en los niveles de tolerancia que se manejan actualmente.

El crecimiento del capitalismo

Según Deidre McCloskey, profesora de economía de la Universidad en Illinois,  desde la revolución industrial de fines del siglo XIX los niveles sociales se han equiparado, pues aunque muchos discrepen acerca de este controversial método, para Deidre el capitalismo no es el eje del problema, sino todo lo contrario y afirma que para erradicar la desigualdad la forma no es quitándoles a los que más tienen sino dándoles a los que menos poseen.

Este controversial método de capitalismo pone en discordia a dos grandes grupos, los que piensan como McCloskey y los que creen que la distancia entre pobres y ricos pone en jaque a toda la sociedad.
Según Jared Bernstein, asesor económico de Barak Obama hasta el año 2011, la escasez de ingresos de la clase media y baja, hace que deban acudir a préstamos que dañan el crecimiento económico.
Bernstein añade que muchas familias carecen de dinero para invertir en la educación, hecho que hace que las generaciones futuras carezcan de la oportunidad de capacitarse profesionalmente.

Incentivos

McCloskey cree que la desigualdad ha sufrido subidas y bajadas en estos años, aunque cree que la relevancia de este tema sea potenciada por un leve incremento en estos días.
En la actualidad los grandes ejecutivos de las compañías norteamericanas perciben un salario 200 veces mayor que un trabajador promedio, 10 veces más de lo que percibían a mediados del siglo pasado.

Aunque muchos han sugerido limitar los salarios, McCloskey se opone rotundamente, diciendo que una regulación no reducirá la desigualdad y que esta opción podría dañar la competencia reduciendo el incentivo de generar riqueza trabajando duro.
Pero para Bernstein, la amplia franja de desigualdad entre los salarios conspira contra el incentivo de que trabajar duramente sea recompensado.
Todo un debate que, a nuestro parecer, debe ser solucionado.

Fuente: grandesmedios.com