domingo, 30 de diciembre de 2018

Hay dos formas de leer, y solemos utilizar la menos eficaz.

El proceso de aprender a leer lleva implícita la obligación de memorizar más que la de disfrutar o empaparte de lo leído. Y no debería ser así.

por ADA NUÑO

La historia empieza así: un joven vuelve a la casa de su infancia, después de mucho tiempo en la ciudad, a visitar a sus padres. Cuando entra, descubre con horror que su habitación de la niñez, que tendría que devolverle un halo de nostalgia y muchos sentimientos agridulces por el tiempo perdido, ha desaparecido. En su lugar, sus padres la han convertido en una biblioteca. Lo que tendría que ser un cuento terrible sobre el olvido y el abandono paterno también trae consigo, irremediablemente, una duda: ¿y lo divertido que sería que tu habitación se convirtiera en una biblioteca, con miles de libros gratuitos por leer?


Cuando alguien se enfrenta a los grandes clásicos de la literatura parece que ha realizado una gran hazaña. Es algo así como un héroe. Y en cierto sentido puede estar orgulloso. No todo el mundo tiene capacidad para aguantar miles de páginas de un personaje perdido en un sanatorio para tuberculosos en Suiza, por ejemplo. Sin embargo, una vez terminada la novela el lector ve el mundo de un color diferente. Tienen la capacidad de cambiar la perspectiva de nuestra vida.


La triste historia del joven que vuelve a casa y su habitación ha sido convertida en biblioteca puede verse como algo positivo


Cuando se quema una biblioteca -y perdonen el cliché- se queman muchas vidas. Por ello recordamos Alejandría. O Granada. O Sarajevo. Porque cuando escuchamos una sinfonía u observamos un cuadro tratamos de interpretar lo que el autor ha tratado de decirnos, sin embargo nunca podemos estar seguros del todo. Con un libro no sucede eso. Lo abrimos y el alma del autorse desliza por las páginas, nos muestra como si de un espejo se tratase todos sus pensamientos, sus neuras y sus miedos más profundos, pero hay que saber entenderlos.
Un enfoque erróneo

La lectura debería ser una alegría y no algo impuesto. Un problema grave es que en muchas ocasiones leemos libros en momentos en que no debemos leerlos. Nadie en su sano juicio leería a Mishima con doce años, o fliparía con 'El guardián entre el centeno' a los setenta de la misma manera que lo hizo a los dieciséis. Cuando te obligan a leer en el colegio, con una madurez aún cuestionable, 'El cantar del mío Cid', acabas odiando en cuerpo y alma a su autor pese a que no sabes cómo se llama.

La lectura es un proceso, como correr una maratón. Si en lugar del Cid leyéramos las tribulaciones de Andrés Hurtado en 'El árbol de la ciencia', mucho más acordes con los sentimientos que pueda tener un joven, quizá luego los medios no sacarían vergonzosos estudios que señalan que los españoles "leen, como mucho, un libro al año".
Desaprender a leer para volver a hacerlo

Hay un problema. Lo señalan en 'Medium': en el colegio nos enseñan a leer, sí, con una finalidad. La profesora que nos dibuja cuando tenemos cinco años la A en la pizarra -y a la que todos recordamos eternamente, porque eso supuso algo muy importante para nosotros- nos está enseñando con un fin, que no es el de que disfrutemos con los libros de 'Teo' o 'El Barco de Vapor', sino para que memoricemos todo lo que vamos a aprender en el futuro.

Y, por supuesto, todo lo que vamos a aprender -no nos engañemos- es única y exclusivamente para volcarlo en el examen. Una vez que salimos no recordamos el nombre de los reyes visigodos ni la tabla periódica. Qué importa, si ese tema en realidad nunca lo leímos por verdadero interés, sino como un trámite. Con la misma atención con la que podríamos leer "los términos y condiciones" de una compra en internet, aprendemos una lección para sacar una nota en un examen.
Ni críticas ni 'fake news'

O, sucede en algunas ocasiones también, que leemos con el único motivo de encontrar el fallo en el texto. Eso pasa mucho con las noticias en los medios, lo cuál no es descabellado teniendo en cuenta que vivímos en el mundo de las 'fake news' -que en español serían las paparruchas de toda la vida, para evitar caer en anglicismos innecesarios-, donde, mientras algunos examinan con lupa y diseccionan un artículo para poder comentar después "el articulista es un inepto que se ha equivocado en tal cosa" otros creen a pies juntillas cualquier noticia sin rigor o sin fuentes que pasa ante sus ojos y que después resulta ser mentira. Es normal que desconfiemos, estamos hastiados y nos sentimos continuamente estafados por el sistema, competimos por quién hace el comentario más irónico e hiriente en redes sociales. Confundimos inteligencia con crueldad y sarcasmo.

Leer algo no es criticarlo, diseccionarlo o aprenderlo para olvidarlo. Hay que absorber y filtrar con la mente abierta, encontrar lo correcto en el momento adecuado para que pueda mejorar tu realidad existente en lugar de moldear lo que estás leyendo para encajarlo en tu realidad. Si tratamos de leer 'Lolita' con "nuestros ojos", probablemente nos horrorizaremos con la escasa moralidad de Humbert Humbert. No se trata de juzgar lo leído, sino de entender que la historia va más allá de un cuarentón que se siente atraído por una adolescente. De la misma forma, si nos escandalizamos ante un cuadro de Egon Schiele por lo que representa, estamos olvidando una lección importante. No puede concebirse un mundo en el que prohiben cuadros de Egon Schiele en los museos y existen los hashtags #FreeTheNipple.


Autorretrato de Egon Schiele.


Tu mente, inconscientemente, filtrará aquello con lo que no está de acuerdo y se quedará con lo verdaderamente valioso. Ese análisis es el que te ayuda a crecer e implantar nuevas enseñanzas a tu conocimiento. Cuando lees, te sumerges en un mundo que no es el tuyo, adhieres a las capas de tu pensamiento algo de lo que antes no te habías percatado pero el escritor sí lo había hecho.

Si tratamos de leer 'Lolita' con nuestra moral, probablemente acabemos horrorizados con los actos del protagonista

La lectura no se trata de saltar a los detalles sino de encontrar una perspectiva. Por eso, quizá, aprendemos mucho más cuando leemos a Kierkeergardporque queremos (si es que alguna vez en la historia queremos) que cuando nos obligan a leerlo en el colegio para memorizarlo y volcarlo sobre un papel. No hace falta ponerse tan esnob, seguro que aprendemos más leyendo a 'Harry Potter'.

Si llegas con la mente abierta, seguramente podrás irte con algo en ella. Como diría Bukowski refiriéndose al escritor, aunque al final el lector está dentro de esa misma maquinaria eterna e imbatible: "Si no te sale de dentro, a no ser que salga de tu alma como un cohete, a no ser que quedarte quieto pudiera llevarte a la locura, al suicidio o al asesinato, no lo hagas. No hay otro camino. Y nunca lo hubo". Pues ya saben.

viernes, 28 de diciembre de 2018

La fe como brújula de los migrantes centroamericanos.


Juan Francisco, de 25 años, de Honduras, parte de una caravana de miles de migrantes de América Central que viajan a los Estados Unidos, muestra su tatuaje: "Puedo hacer todo con Cristo que me fortalece" mientras posa para una foto fuera de un refugio temporal en Tijuana, México, 26 de noviembre de 2018.

La fe como brújula de los migrantes centroamericanos.Varias 'caravanas' de inmigrantes en su mayoría hondureños que hicieron la caminata este año enfrentaron condiciones difíciles, con un intenso calor durante el día y buscando un lugar seguro para dormir por la noche.


En el largo viaje desde América Central hasta los EE. UU, muchos migrantes se han apoyado en su religión. 




Los migrantes, parte de una caravana, levantan la mano mientras rezan antes de trasladarse en autobús a un nuevo refugio, en Tijuana, México, 30 de noviembre de 2018.



Herso, de 17 años, de Honduras, posa para una foto mientras lleva una camiseta que representa a la Virgen de Guadalupe en unrefugio temporal en Tijuana, México, el 24 de noviembre. 2018.


Una escritura "Jesucristo es el Señor" se ve en la ventana de un automóvil fuera de un refugio temporal para una caravana de miles de migrantes de Centroamérica, en Tijuana, México, 24 de noviembre de 2018.



Varias 'caravanas' de inmigrantes en su mayoría hondureños que hicieron la caminata este año enfrentaron condiciones difíciles,enfrentándose a un intenso calor durante el día y buscando un lugar seguro para dormir por la noche.



Los migrantes levantan las manos mientras escuchan la predicación del pastor José Murcia (no fotografiado) frente a un refugio temporal en Tijuana, México, 24 de noviembre de 2018.



El pastor José Murcia, de 47 años, predica a los migrantes, fuera de un refugio temporal en Tijuana, México, 24 de noviembre de 2018.




Nicolás Alonso Sánchez, de 47 años, de Honduras, posa para una foto mientras sostiene una cruz en un refugio temporal en Tijuana, México, 24 de noviembre de 2018. "Dios ayudó "Me dio la fuerza y ​​me ayudó a hacer realidad mis sueños. Dios me dio toda la fuerza para llegar hasta aquí", dijo Sánchez.


Un migrante duerme con un libro en español "¿Qué nos enseña la Biblia?" en un refugio temporal en Tijuana, México, 24 de noviembre de 2018.


Elmer, de 29 años, de Honduras posa para una foto mientras sostiene un icono que representa a Jesucristo y la Virgen de Guadalupemientras se alinean para la distribución de alimentos fuera de un refugio temporal en Tijuana, México, 24 de noviembre de 2018.


Juan Francisco, de 25 años, de Honduras, muestra su tatuaje del Salmo 23 del Libro de los Salmos mientras posa para una foto fuera de un refugio temporal en Tijuana, México. 26 de noviembre de 2018.


Víctor Alfonso, de 29 años, de Guatemala, posa para una foto mientras lleva los amuletos que representan a la Virgen de Guadalupeen un refugio temporal en Tijuana, México, 26 de noviembre de 2018.


Un migrante está envuelto con una pancarta que representa a la Virgen de Guadalupe frente a un cordón policial antidisturbios, mientras los inmigrantes intentan llegar al muro fronterizo entre los Estados Unidos y México en Tijuana. , México 25 de noviembre de 2018.


David Amador, de 25 años, de Honduras, sostiene una cruz en un refugio temporal en Tijuana, México, 28 de noviembre de 2018.


Un folleto del Salmo 119: 105 en una carpa en un refugio temporal en Tijuana, México, 27 de noviembre de 2018.


Los migrantes, parte de una caravana de El Salvador que viaja a los Estados Unidos, rezan cuando la policía mexicana los bloquea durante una operación para detenerlos por ingresar ilegalmente al país, en Metapa, México, 21 de noviembre de 2018.

Fuente: infobae.com

jueves, 27 de diciembre de 2018

5 famosos museos dedicados a los perros.



Escultura de Richard Jackson
Escultura de un perro orinando en el Museo de Orange County, del artista de Los Angeles de Richard Jackson.
Aunque parezca mentira, existen muchos museos dedicados a los perros en todo el mundo; pero pocos son tan auténticos como estos cinco. Historia, pintura, escultura, decoración, y hasta perros de verdad que salen a saludar a los visitantes…

Por Yolanda Boada



El perro siempre ha sido el mejor amigo del hombre, pero la adoración por este animal ha crecido a pasos exponenciales. Por eso, hoy en día, existe toda una industria vinculada con el bienestar de estos animales: comida especializada, juguetes, escuelas de entrenamiento, salones de belleza, hoteles e incluso balnearios para perros.


Considerando todo esto, no resulta nada extraño que existan decenas de museos dedicados a los perros alrededor del mundo.
Desde Estados Unidos hasta Japón, los siguientes museos rinden homenaje a alguna raza canina específica y recopilan piezas de arte que han sido inspiradas por los mejores amigos del hombre: pinturas, esculturas y hasta accesorios para mascotas.
Estos son los 5 museos dedicados a los perros que más turistas reciben.

Foof (Italia)




Entrada al museo Foof
Entrada al museo Foof (Foof)

En Foof se realizan exposiciones muy interesantes: 120 collares de perros de la época romana, fotografías de famosos y políticos con sus mascotas, y esculturas de perros, entre otras cosas. Además, la institución también funciona como un centro de rescate.



Esculturas de perros en el exterior
Esculturas de perros en el exterior (Foof)
Parque de juegos para perros
Parque de juegos para perros (Foof)
Exposicion canina
Exposicion canina (Foof)
Sala del museo con vistas al hotel de perros
Sala del museo con vistas a las estancias para perros (Foof)
Exposición de collares antiguos
Exposición de collares antiguos (Foof)
Tienda del museo
Tienda del museo (Foof)

Museum of Dog (Estados Unidos)




Escultura de perro en el Museo del Perro
Escultura de perro en el Museo del Perro (Museum of Dog)

En el Museum of Dog (MOD), inaugurado en Massachusetts en enero de este año, se exponen unas 180 obras de arte inspiradas en perros, entre dibujos, pinturas, esculturas o fotografías. También se organizan recorridos en los que los visitantes pueden traer a sus propios perros.



Un Boyero de Berna sentado en el sofá
Un Boyero de Berna sentado en el sofá del museo (Museum of Dog)
Sala con cuadros y sofás
Sala con cuadros y sofás (Museum of Dog)
(Museum of Dog)
Figuras de perros
Figuras de perros (Museum of Dog)

Dackel Museum (Alemania)




entrada del museo
Fundadores del Dackel Museum con sus perros en la entrada del museo

El Dackelmuseum abrió sus puertas en Passau a principios de este año para homenajear a la raza canina Dachshund, más conocidos como perros salchicha. Aquí se exhiben unas 4.500 piezas, entre elementos decorativos y juguetes. Los visitantes pueden entrar en el museo con sus mascotas.



Escultura gigante de perro salchicha
Escultura gigante de perro Dachshund dorado en el interior del museo
Perros salchicha en todas las formas, colores y tamaños
Perros salchicha en todas las formas, colores y tamaños, disponibles en el Dackel Museum
Los creadores del Dackel Museum
Los creadores del Dackel Museum, Seppi Küblbeck y Oliver Storz, con sus mascotas, Klein-Seppi y Moni (Mareen Maier)

Musée et Chiens du Saint-Bernard (Suiza)




Entrada al Museo del San Bernardo
Entrada al Museo del San Bernardo

Barryland es una fundación situada en los Alpes suizos donde actualmente se crían perros San Bernardo. Esta institución cuenta con un museo llamado Musée et Chiens du Saint-Bernard. En él se presenta la historia de los San Bernardo, la cual se remonta al siglo XVII. No obstante, el momento más esperado de la visita es poder ver y acariciar a los perros.



Cuadros en el interior del Musée et Chiens du Saint-Bernard
Cuadros en el interior del Musée et Chiens du Saint-Bernard (Fondation Barry)
Pantallas interactivas del museo Chiens du Saint Bernard
Pantallas interactivas del museo Chiens du Saint Bernard (Fondation Barry)
Pasarela para ver a los san bernardo
Pasarela para ver a los San Bernardo (Fondation Barry)
Perro san bernardo en su habitación
Perro San Bernardo en su habitación dentro del museo (Fondation Barry)

Akita Dog Museum (Japón)




Akita Dog Museum (Japón)
Akita Dog Museum (Japón)

El Akita Dog Museum, situado en Odate, está dedicado a los perros de la raza Akita Inu. La Sociedad de Preservación del Perro Akita gestiona la institución, realizando exhibiciones en las que se expone la importante presencia de esta raza durante la historia de Japón y su cultura tradicional.



Entrada al museo
Entrada al museo (TripAdvisor)

El cine y la literatura también han homenajeado e inmortalizado muchas veces a la raza Akita, como en el caso de la película en honor a Hachiko, el perro de que, como muestra de fidelidad, esperó durante casi 10 años el regreso de su dueño.



Pasillo del museo
Pasillo del museo
Vitrina con información sobre los Akita
Vitrina con información sobre los Akita (TripAdvisor)
Vitrina con fotos y escultura de un Akita
Vitrina con fotos y escultura de un Akita (TripAdvisor)
Representación de la vida con una Akita
Representación de la vida con una Akita (TripAdvisor)
Perro Akita del museo
Perro Akita del museo (TripAdvisor)

Referencias:

martes, 25 de diciembre de 2018

Compañía rusa anuncia la construcción de un puerto espacial orbital para viajes interestelares.


El cosmódromo de S7 Space será “un punto de tránsito para el mantenimiento y reabastecimiento de combustible de naves interplanetaria

La empresa privada rusa S7 Space ha anunciado a través de su cuenta de Facebook que ha iniciado los trabajos para construir un cosmódromo orbital, una instalación que “será un elemento esencial del futuro sistema de transporte espacial interplanetario”.

El lugar “se convertirá en un punto de tránsito para el mantenimiento y reabastecimiento de combustible de naves interplanetarias y satélites cercanos a la Tierra, un laboratorio científico, una base de entrenamiento y un centro turístico”, ha detallado esa compañía, que ha acompañado su texto con un video explicativo.
S7 Space ha invitado a las corporaciones estatales rusas, las compañías privadas y otras “pequeñas y ambiciosas” nuevas empresas a cooperar en este proyecto, en el que propone aplicar “la valiosa experiencia obtenida por el programa espacial ruso en vuelos tripulados a largo plazo”.


Fuentes: sinembargo.mx

domingo, 23 de diciembre de 2018

Ermelinda tiene 105 años y está haciendo la primaria: “Me siento de 60”


Nació un año después de que se sancionara la ley Sáenz Peña, que estableció el voto secreto, obligatorio y “universal”, solo para los varones; y un año antes de la Primera Guerra Mundial. Vivió lo que todos aprendimos en los libros de historia. Le tocaba empezar la primaria hace casi 100 años pero, para ese entonces, la mandaron a trabajar al campo. Ermelinda Andrade es de 1913. Lo repite durante toda la entrevista: tiene 105 años. Y ahora, tras alcanzar los tres dígitos, está retomando sus estudios en Chascomús, donde nació y aún reside. “No puedo estar sin hacer nada. Además, no me siento de la edad que tengo. Si hay que poner un número diría que, como mucho, me siento de 60”, asegura.

Camina pero a la nota llega en silla de ruedas. Explica, un poco nerviosa, que se lastimó la rodilla aunque aclara que ya está bien. Usa una mano de visera para evitar la luz que rebota en los cristales de sus anteojos. Recién ahí se ubica en la escena, se reconoce como protagonista de esa charla y abraza a Marina, una de sus bisnietas.

En el salón que funciona como aula, dentro del Hogar Municipal de Chascomús en el que vive Ermelinda, también está Cristina Martínez, la docente de la escuela primaria para adultos N° 702 que va dos veces por semana a darle clases y adapta las contenidos para ella. Le acerca un cuaderno forrado con papel afiche fucsia que lleva su nombre y miran juntas los últimos ejercicios completados con lápiz por "Erme", en letra cursiva. Redondeada y muy prolija.


Ermelinda Andrade tiene 105 años y participa junto a su bisnieta Mariana de las clases para adultos que quieren hacer la primaria. (Emmanuel Fernandez)

“Me encanta leer. Mi mamá, Etelvina Álvarez, me enseñaba”, cuenta Ermelinda. Al indagar un poco más se suma Carmen a sus recuerdos, la maestra de los hijos de los dueños de la chacra en la que trabajaba. “Con ella aprendí las primeras letras. Después nos pedía escribir en una libretita, yo ponía lo que iba a hacer al día siguiente”, cuenta.


Habla de 1919 cuando la lista de actividades incluía pasear a los terneros, ordeñar las vacas y prensar queso. En eso consistía su trabajo a los seis años. “Hacía queso con la cola”, sigue, divertida, y explica, como puede, que arriba del queso se ponía una tabla de madera y que ella se sentaba sobre esa tabla. “Para secarlo y prensarlo”, aporta Marina.

Hay que hablarle fuerte y cerca del oído. “A vos, nena, no te escucho nada”, dice en varias oportunidades. Cuenta que tiene “días y días”: “A veces escribo sin problemas, pero hay otros en los que no puedo agarrar el lápiz. Estaba bien, pero este año se me vino el techo encima”. Se refiere a su memoria. “De noche vuelve y me acuerdo de todo. Pero me despierto y ya no está. Me pone mal no recordar”, agrega y se queja de que en Chascomús le cambiaron el nombre a algunas calles y que, con eso, la terminaron de confundir.

Durante las clases, que duran una hora y media, comparte el salón con otros adultos mayores que también están cursando la primaria. Le saca entre 15 y 25 años a sus compañeros. Con Cristina focalizan en los contenidos que a ella más le interesan. Leen poesías y fábulas, hacen sopas de letras y pintan. En 2016, año en el que retomó sus estudios, la eligieron para llevar la bandera bonaerense en el acto del 9 de Julio.



Ermelinda Andrade tiene 105 años y está haciendo la primaria en Chascomús. (Emmanuel Fernández)

No es lo único que hace: también participa de un taller de arreglo personal, tiene clases de educación física y cocina. Recibe a la kinesióloga y la podóloga, participa de encuentros intergeneracionales, con niños del jardín que queda frente al hogar, y de paseos alrededor de la laguna.

Dice que, además, le gustaba bailar “la ranchera y el paso doble” y también un poco de twist, pero que no logra “levantar la pata como antes”. Habla de reuniones, “en la juventud que ya pasó”, en las que bailaba y le regalaban rifas. Los premios, en general, eran monedas que usaba “para la comida o para el viaje” en la época en la que se dedicaba a cocinar para los peones de otra chacra. “¿En ese momento estaba casada?”, le pregunta a Marina, que pone cara de “ni idea”.



Ermelinda Andrade tiene 105 años y está haciendo la primaria en Chascomús. (Emmanuel Fernández)

En las postales de su infancia, además de Etelvina y su papá Juan, aparecen sus 12 hermanos. Seguido a preguntas sobre esa niñez, Ermelinda, como si estuviera repasando las tablas de multiplicar, intenta nombrar a los 12, ordenados del más grande al más chico: “Juana, Alejandro, después vengo yo, Anibal”...se frena. Marina agrega otros detalles de su árbol genealógico: tuvo dos maridos, dos hijos, tres nietos, ocho bisnietos y cinco tataranietos. “Tengo tataranietos”, repite Ermenilda sobre los más chicos de la familia que, como ella, dentro de poco empezarán la escuela.



Ermelinda Andrade tiene 105 años y está haciendo la primaria en Chascomús. (Emmanuel Fernández)
Terminar la escuela después de los 18

Estudiar de grandes. Muchas personas, que no tuvieron la posibilidad de completar el colegio en tiempo y forma, deciden hacerlo en la adultez. Según datos aportados a Clarín por el Ministerio de Educación de la Nación, la matrícula de jóvenes y adultos que en 2017 cursaba la primaria era de 145.435. En tanto, había 537.498 alumnos para terminar la secundaria. Si se compara con los datos de 2008, se registró una baja en la matrícula de la primaria que, para ese entonces, era de 249.640. En cambio, en secundario hubo un incremento de interesados ya que hace una década eran 430.595. En lo que respecta al secundario también hay que sumar a los estudiantes del plan Fines que en 2018 fueron 302.000. Hubo un leve aumento en relación a 2017, año en el que la matrícula había alcanzado los 246.104 alumnos.

Fuente: clarin.com

viernes, 7 de diciembre de 2018

‘La soledad del corredor de fondo’: parar para vivir.


Dice un refrán alemán: “Una persona puede correr en todas las direcciones, pero de nada le sirve cuando está huyendo de sí misma”.

En un tiempo en el que todo el mundo vive deprisa, correr se ha convertido en un estilo de vida. Correr porque no llegamos al trabajo, a recoger a los niños del colegio, a llevarlos a las actividades extraescolares, a ver a los abuelos, a una entrevista de trabajo, a una cita amorosa… Correr porque se nos va pasando el tiempo de ser la persona que nos habían dicho que teníamos que ser; de conseguir el éxito al que estábamos destinados; el dinero y el bienestar material que la publicidad nos vende que “no tenemos derecho a no tener”. Correr porque mientras corremos de un lado para otro, no da tiempo a pensar. Y pensar es peligroso. Bien lo sabe el sistema.


Ejercitando esa actividad de “alto riesgo”, salí yo del cine tras ver la película La soledad del corredor de fondoveinticinco años después de leer la novela de Alan Silitoe.

Entonces, cuando aún la juventud burbujeaba en mi estómago, coincidí con la crítica en que esta obra era el “perfecto tratado sobre la insatisfacción y el enojo del adolescente de clase obrera”. Y era normal que lo creyera. En esa época de la vida en la que todo está por construir, la rebeldía suele ser inversamente proporcional a la edad. Muchos años después, la película de Richardson me pareció, más bien, un alegato a favor de la dignidad y la libertad de elegir. Y en esa libertad incluyo la de escoger qué ritmo de vida queremos llevar (con lo que ello significa de no encajar en el patrón de seres productivos y apresurados que la sociedad demanda y valora). Como hizo Colin Smith, el protagonista de la novela. Elegir qué tipo de persona deseaba ser: una inconformista capaz, incluso, de perjudicarse por no traicionar sus principios u otra sumisa a los deseos de aquellos que, como el director del reformatorio que pone sus expectativas en él y en sus dotes para correr, colaboran a sostener el sistema que lo llevó a convertirse en un ser marginal.

La película me interpeló, como solo lo hacen los clásicos destinados a escarbar en el alma humana, sobre el estilo de vida al que nos aboca esta sociedad de la prisa en las que todos vamos corriendo. Corriendo como Colin: “Es difícil de comprender. Solo hay que correr. Sin saber por qué. Así es la soledad del corredor de fondo”. Sus reflexiones me estallaron en la cara. Correr, correr y correr. Sin saber a dónde nos conduce tanta carrera. Sin que, necesariamente, el pasado amenace con alcanzarnos como le ocurre a Colin, un adolescente con una trágica vida a sus espaldas: un padre muerto, prematura y dolorosamente, después de haber trabajado hasta la extenuación en una fábrica de Nottingham; una madre fría y extremadamente dura que, a los pocos días de enviudar, convive con su amante en el hogar familiar y una perpetua escasez de todo: de dinero, de afectos, de oportunidades…



Una escena de la película de Tony Richardson.

Correr por correr. Porque así nos lo exige el guión. Un guión que alguien escribió para nosotros, como Silitoe lo hizo para Curtenay —actor al que hace poco volví a ver en la película La sociedad literaria del pastel de piel patata, una deliciosa historia sobre la pasión por la lectura que salva— o para la madre del protagonista, magistralmente interpretada por Avis Bunnage, cuya máscara de mujer dura e insensible se desintegra, apenas unos segundos, en la escena en la que termina de contar el dinero de la indemnización tras el fallecimiento del marido o para los actores que se ponen en la piel de los jóvenes marginales hacinados en un reformatorio que no reforma…

Tom Courtenay, protagonista del film.

Y frente a ese correr sin saber para qué, solo nos queda parar sabiendo por qué. Porque tal vez, después de una vida corriendo, parar es el único acto de verdad y resistencia posible. Desafiando el guión que esta sociedad capitalista ha escrito para nosotros. Desafiando el miedo y la prisa que nos lleva en volandas. Desafiándonos a nosotros mismos y a la creencia de que solo corriendo llegaremos. Parar como lo hace Colin, porque no nos da la gana de darle el gusto a los que nos llevan del ronzal, porque es muy cansado correr en todas las direcciones huyendo de nosotros mismos.

Porque vivir solo vale la pena para vivir. Y no para correr. Tanto. Siempre.

Fuente: caocultura