viernes, 3 de noviembre de 2017

El mito de la caverna de Platón: ¿Vives en la oscuridad o a la luz?


Jennifer Delgado Suárez


El mito de la caverna de Platón es uno de los mayores símbolos de la filosofía idealista. No solo ha influido en el desarrollo de la Filosofía y la Psicología sino que también ha marcado la forma de pensar de la sociedad occidental. Aunque en un primer momento puede parecer una idea antigua y desfasada, lo cierto es que este mito es una excelente metáfora que intenta reflejar la doble realidad en la que todos vivimos y de la que resulta difícil escapar. Por eso, en los tiempos de la posverdad, el mito de la caverna de Platón es más actual que nunca.

Quien vive en la oscuridad, se resiste a ver la luz


Hace algunos años Philip K. Dick escribió: “La realidad es aquello que no desaparece aunque dejes de creer en ella”. Sin embargo, ¿cómo podemos estar seguros de que lo que observamos es la realidad? Después de todo, mucho de lo que experimentamos es el producto de nuestra percepción y está mediado por nuestras vivencias internas.

Hace unos 2.400 años, Platón se planteó este mismo dilema e intentó explicarlo a través del mito de la caverna, que se ha convertido en una parábola muy interesante sobre el significado de la vida en sociedad y la naturaleza de la realidad. La describió en el Libro VII de la República, donde imagina una sociedad ideal.

Platón nos cuenta que un grupo de hombres han sido condenados desde su nacimiento a permanecer encadenados en las profundidades de una caverna. Nunca han podido salir de ella, y tampoco tienen la posibilidad de mirar hacia atrás para comprender el origen de esas cadenas o ver qué sucede a sus espaldas, fuera de la cueva.

Por tanto, se limitan a mirar las paredes de la caverna. Cada cierto tiempo por la entrada de la cueva pasan otras personas y animales. Los hombres encadenados solo pueden ver sus sombras y ecos, que se proyectan sobre las paredes de la gruta.


Los prisioneros perciben esas sombras y las nombran, creyendo que perciben cosas reales ya que no son conscientes de que son tan solo proyecciones de la realidad. Sin embargo, un buen día, liberan a uno de los prisioneros. Este sale a la luz, pero el sol lo ciega, encuentra que todo a su alrededor es caótico ya que no logra darle un sentido.

Cuando le explican que las cosas que ve son reales y que las sombras son meros reflejos, no puede creerlo. Finalmente se adapta y decide volver a la caverna para contarle al resto de los prisioneros su fantástico descubrimiento.

Sin embargo, acostumbrado a la luz del sol, sus ojos tienen problemas para distinguir las sombras en la oscuridad, por lo que el resto de los hombres encadenados creen que su viaje lo ha hecho estúpido y ciego. Por tanto, se resisten a creerle y ser liberados, recurriendo incluso a la violencia.

En este excelente vídeo se resume el mito de la caverna de Platón, os invito a verlo.




Grandes enseñanzas que podemos aplicar en nuestra vida


No creas que eres inmune al engaño y la mentira

Hay muchas personas que pueden sacarle provecho a tener a los demás en una situación de engaño y mentira, como a los prisioneros encadenados de la caverna. Y no se trata únicamente de las clases políticas o los poderes económicos dominantes, sino también de personas manipuladoras. De hecho, el gaslighting es un ejemplo emblemático de cómo alguien puede manipular la realidad para lograr sus objetivos.

Pensar que somos inmunes al engaño y la mentira, porque somos más listos o tenemos más experiencia, significa que ni siquiera nos plantearemos esa posibilidad, por lo que les estaremos dando ventaja en su juego de sombras chinescas. En su lugar, debemos cuestionarnos continuamente las cosas, incluso aquellas que siempre se han dado por sentadas, porque siempre hay una manera mejor, más conveniente o simplemente diferente de hacer y comprender las cosas.

No desaproveches los rayos de luz

De cierta forma, una parte de nosotros son esos prisioneros encadenados en la caverna. Una parte de nosotros se siente cómoda con los estereotipos y creencias familiares, con las tradiciones que nos hacen sentir seguros. Cuando vemos un rayo de luz que nos obliga a analizar esas cosas bajo otra perspectiva, nos asustamos y podemos actuar como los prisioneros, negando rotundamente la nueva realidad.

Es cierto que los cambios de paradigma pueden generar miedo porque nos arrancan los puntos de referencia al hacer que nos cuestionemos algunas de las creencias que dábamos por verdades absolutas, pero si realmente queremos crecer, no podemos apegarnos a ninguna forma absoluta de ver el mundo, debemos abrirnos al fluir de nuevas ideas y perspectivas.

Liberarse es duro

Liberarse de las cadenas, cuando estas siguen atando a los demás, suele ser un proceso emocionalmente complejo. No es fácil rebelarse cuando existe una dinámica social instaurada de la que hemos formado parte durante mucho tiempo.

Las revoluciones, ya sean sociales o personales, siempre implican emociones contradictorias y demandan concesiones. A lo largo del "proceso de liberación" no solo tendremos que lidiar con personas significativas que preferirán seguir encadenadas en la caverna sino que también tendremos que liberarnos de creencias que hasta ese momento formaban parte del núcleo duro de nuestra personalidad. Y eso puede generar malestar e incomodidad. Hay quienes piensan que los sacrificios no merecen la pena y prefieren seguir "encadenados", en el sentido metafórico. Sin embargo, tomes la decisión que tomes, lo importante es que has tenido la oportunidad de decidir por ti mismo.
La ignorancia es cómoda 

Alan Watts dijo que “la mayoría de la gente no solo se siente cómoda con su ignorancia, sino que es hostil con cualquiera que lo señale”. Esa es la misma idea que intentó transmitir Platón con su mito, de hecho, no debemos olvidar que algunas de sus ideas eran consideradas demasiado peligrosas para el status quo imperante y que le reportaron más de un sinsabor.

A veces pasamos por alto este detalle, de manera que intentamos brindarle luz a las personas con nuestro conocimiento, pero esas personas no están preparadas para asimilarlo. Las puertas de la mente no se pueden abrir de par en par cuando han estado mucho tiempo cerradas porque podemos exponernos incluso a una reacción violenta. La solución no es rendirse, sino ir abriendo poco a poco pequeños resquicios.

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